Desde una solución tecnológica de última milla argumentan los puntos claves para contribuir a las mejoras: sumar carriles exclusivos, inversiones, créditos y mejoras i impositivas para incentivar el uso de vehículos eléctricos.
La pandemia provocada por el coronavirus obligó a varias empresas del mundo a acelerar su transformación digital y también a pensar en una forma distinta de logística. Tendencias futuristas hablan de drones, y de cambios radicales en la valoración regional y la dinámica de crecimiento, pero también son importantes inversiones y políticas medioambientales.
Desde Treggo, una plataforma que ya opera en Argentina, Uruguay y México, planean invertir otros u$s 600.000 y creen que en el transcurso del año su proyecto alcanzará una facturación que rondará los USD 9 millones. Además, entre este año y 2022, comenzarán su expansión a otros cinco países: Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú.
“Es importante el uso de herramientas tecnológicas disponibles como apps, servicios de última milla y personalizados para el consumidor final. Además, realizar inversiones en carriles para vehículos eléctricos, créditos y mejoras impositivas”, sostiene Matías Lonardi, CEO de Treggo.
Treggo fue desarrollada por argentinos hace 5 años y funciona mediante algoritmos inteligentes de ruteo y geolocalización, así como lo hace el popular Uber. El mecanismo es muy simple: en 3 clicks cualquier e-commerce puede integrarse y ofrecer entregas hasta en 60 minutos o en el mismo día a sus compradores online.
Respecto al transporte en la región, aún se tiene un largo camino por recorrer. Recientemente, el Banco Mundial realizó un estudio logístico de cada país del mundo, y elaboró un ranking en el que se mide la calidad de la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte (en el que califica la entidad entre 1 y 5 la calidad, siendo 1= baja a 5= alta), y los países de la región se ubican de este modo: Chile: 3,21; Panamá: 3,13; Brasil: 2.93; México: 2,85; Argentina: 2,77; Ecuador: 2.72; Colombia: 2,67; Paraguay: 2,55; Uruguay: 2,43; Perú; 2,28; Bolivia: 2,15; Venezuela: 2,10.
“Es fundamental que el ecosistema pueda contar con inversiones que favorezcan el acceso a créditos para compra de vehículos eléctricos e incentivar la generación de mejoras impositivas para empresas que colaboran con la disminución de la contaminación en las ciudades”, agrega Lonardi.
Otro de los factores a tener en cuenta es el desarrollo sostenible, en el que es necesario trabajar en nuevos protocolos para adaptarse a las restricciones y a las nuevas modalidades que va a dejar la pandemia. Por eso mismo, la actividad empresarial va a tener que buscar nuevas formas de incursionar respecto al cliente final sin olvidar la importancia del medio ambiente, y las emisiones asociadas a la actividad que se posea. Remarcando, que en la actualidad el cliente final se encuentra más atento a todos los procesos que disminuyan el impacto negativo en el ecosistema. A tal punto, que un usuario final es capaz de abonar una suma mayor si es que el producto fue realizado bajo normas que cuiden las emisiones.
Además, en los últimos años las tendencias están cambiando de manera muy rápida. Las plataformas de movilidad como Uber y Cabify siguen creciendo y el ciudadano tiene numerosas opciones. Sin embargo, el usuario promedio cada vez se inclina más por la utilización de bicicletas para el transporte diario y modos de traslado más sustentables.
“Con el anuncio de BMW para trabajar con el Gobierno Nacional para desarrollar la cadena de valor hacia la producción de baterías y autos, se puede ver una consolidación de la tendencia ecológica del transporte. Consideramos que la industria local va ir por ese camino a largo plazo mientras que en el corto la sustentabilidad en la logística se volverá una tendencia preponderante”, señala el CEO.
Para mayor información: www.treggo.co